En un tono entre macrobiótico y catequista, vuelves a cantar las bondades de la democracia realmente existente y del mercado abierto veinticuatro horas. "Un organismo eternamente joven". Qué Mario Vargas Llosa.
Coincidimos totalmente en que la interacción social se basa en las decisiones individuales, y en que esa interacción debe ser libre y flexible. Por mucho que te empeñes en asignarme el papel de bolchevique.
Pero tú no quieres ver el estado de las cosas en muchas partes del mundo, si no en todas: la decisión de la mayoría no cuenta nada. No se nos necesita ni siquiera para ser explotados, como pensaba Marx y sigue pensando la izquierda ortodoxa. Hoy en día, se hace cola para ser explotado. Ante el INEM o en las fronteras de Europa.
Hay razones, más allá de la funesta manía del igualitarismo, para querer cambiar este estado de las cosas. Por ejemplo, la distribución de la renta de Pareto es tremendamente injusta, pero además demuestra que la economía funciona mediante una distribución de Cauchy, no una de Gauss.
La distribución de probablidades de Cauchy tiene una desviación media mucho más larga que la de Gauss. Esto da lugar, por ejemplo, a los efectos de "larga cola" que está en la base del éxito de Amazon y otros proveedores de Internet: existen infinitos nichos que servir en el mercado. El lado negativo es que los modelos matemáticos basados en Cauchy muestran turbulencias mucho mayores que los modelos basados en probabilidades gaussianas, que son los que se usan tradicionalmente en la economía.
Los economistas partidarios del libre mercado sin restricciones subestiman por método el riesgo del mercado. Cuando llegan las turbulencias financieras, son mucho mayores de lo que se consideraría posible según las probabilidades dadas por la curva de Gauss. Si alguien hubiera hecho el cálculo en 2007, apuesto a que la quiebra de Lehman Brothers hubiera sido más improbable que la combustión espontánea de la atmósfera.
La curva de Gauss describe las probabilidades cuando cada suceso no se ve afectado por los sucesos anteriores. Es totalmente correcta para entidades inanimadas, como los átomos, y también para entidades que uno ve como imbéciles que no saben de qué va la cosa, como los consumidores desde el punto de vista de un economista.
La curva de Cauchy, o de Lorentz, es la solución en situaciones donde hay resonancia. Es decir, cada suceso está acoplado al resultado de otros. Como cuando mi comportamiento de consumo no es el de un ciego sordomudo, sino el de alguien que lee las noticias o incluso habla con otros. Y qué decir tiene que no sólo los consumidores, también los empresarios ajustan su comportamiento a previsiones que son a veces empíricas y a veces místicas. Así sí puede suceder que un banco pierda el 95 % de su valor bursátil en un año.
Esta resonancia es lo que tú reconoces en tu descripción ("las decision propias y de tus congéneres"), pero no tienes en absoluto en cuenta. Así, el mundo está en perfecto orden siempre que alguna vez se convoquen elecciones; las estructuras de poder y los estamentos sociales son perfectamente permeables y cambiantes.
En realidad soy partidario de la economía de mercado, pero de mercado real. Si las decisiones de producción están realmente descentralizadas, entonces el igualitarismo no es un deseo, sino una condición previa para la eficiencia del modelo. Lo que tenemos hoy día es una burda parodia de ese ideal. Si un broker de Wall Street decide que hay que hacer cañones, ya puedo comprar mantequilla como un loco, que va a dar igual: será cañones lo que se haga.
No debemos querer la igualdad porque nos parezca más correcta: debemos quererla porque nos beneficia más.
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