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Narración alternativa de la Guerra Civil

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Érase una vez un general de voz aguda y pantalones bombachos que vivía en las Canarias. Un buen día se subió a su dragón rápido, a ver si podía salvar España del comunismo. Mientras el malvado comunismo quemaba iglesias, el general trajo moros de África y bombas de Alemania, que al final, salvaron a los españoles. Los que quedaban, claro. Y colorín colorado, pero no demasiado colorado, este cuento se ha acabado.

Nymegade

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A pesar de no entender ninguna lengua viva del planeta azul, exceptuando la suya materna, E. S. Ortigueira es presidenta de la Asociación Mundial de Videntes. Ella se expresa y escribe pulcramente también en nymegade. Para desarrollar su trabajo esto constituye una ventaja considerable. Aunque sólo sus más íntimos lo saben, traductora simultánea se ajusta más a su desempeño profesional que vidente.

                                          

El primer mensaje de los seres del océano de agua salada le llegó cuando su padre perdió el empleo en la fábrica. Sólo después de repetirlo fielmente a su madre en voz alta, cayó en la cuenta de que aquello no era gallego.

 

En estos tiempos de incertidumbre económica ha aumentado el número de tarotistas de la noche a la mañana y cualquiera hace un curso y ya dice que es tarotista. Y esto no puede ser así de ninguna de las maneras, porque podríamos terminar como los informáticos. La profesión, como los bancos, necesita de una mayor regulación y, sobre todo, un colegio profesional oficial que tenga por objetivo el facilitar el progreso continuo de la profesión en relación con las necesidades de la videncia, en particular, y de las empresas y la sociedad, en general.

 

La crisis ha traído más clientes y ha cambiado su perfil. Más ejecutivos y gente del mundo de los negocios solicitan estos servicios. Hasta noviembre de hace dos años el 83,7% de las consultas estaban relacionadas con el amor, y ahora, el trabajo es la principal preocupación de la mayoría.

Las torres

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El profeta se volvió al pueblo congregado y dijo: "Aquí podéis ver las torres, derribadas por Dios mismo hace milenios. Aquí Babilonia quiso construir hasta llegar al cielo, y vinieron hombres de todas las naciones para llevar a cabo esta obra de la soberbia humana. Pero cuando estaban a punto de llegar al cielo, mandó Dios unos pájaros de fuego que derribaron las torres, y todos los hombres que las estaban construyendo murieron de una muerte horrible, despeñados desde las alturas."

El pueblo escuchaba con atención, pero miraba alrededor por si acaso: nunca se podía saber qué espíritus rondaban por las viejas ruinas.

Siglos más adelante, el maestro entregaba un cuadro terminado: "Las dos torres de Babel". Aunque los aprendices de su taller copiaban sus naturalezas muertas y mitos clásicos en cadena, asegurándole de sobra el sustento, el maestro había producido este cuadro él solo de principio a fin, desde el lienzo, a los colores, al cuadro finalizado y envuelto, como cuando era joven. Si se sentía conmovido por la historia del ascenso y la caída de la Humanidad, o quería asegurarse fama inmortal de nuevo, no lo compartió con nadie en su taller.

Al salir de palacio, le dio dos monedas de plata a un niño harapiento que iba de la mano de su madre, cuando ella no miraba. Un gesto absurdo de benevolencia. La madre se preguntaría durante semanas de dónde sacó el niño tanto dinero.

El arquitecto se plantó ante los representantes de la Corporación Metropolitana cuando acabaron de curiosear entre las maquetas y los planos, y dijo con voz firme: "Éste no es un proyecto como los demás, ni para mí, ni para ustedes en la Corporación. Creo expresar la opinión de todos los presentes al decir que estas torres representan el orgullo de nuestra ciudad, la promesa que nuestro país le hace al mundo: prosperidad. Prosperidad sin límites, para todos los que quieran trabajar honradamente. Aquí la ciencia y la técnica nos permiten construir lo que nuestros antepasados sólo soñaron."

En su desierto, el profeta ya iba extendiendo la mano hacia el Kalashnikov.

Sin violencia aparatosa

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Roberto Sánchez Colmenarejo se fumó el primer porro, acompañado de su padre, a los once años. A esa edad ya se había calzado al menos doce veces a su vecina Fernanda y lucía mostacho resultón. Casimiro Sánchez Fernández, su padre, era de la opinion que los porros no son malos, lo malo son las sobredosis o bajodosis, las composiciones alteradas fraudulentamente, su prohibición y lo que uno pueda hacer bajo los efectos; pero esto, si es reprobable bajo los efectos, lo es bajo sobriedad también; luego por qué involucrar a los petas en ello.

 

Ahora RSC tenía o era diecisiete años. No había cotizado nunca a la Seguridad Social a pesar de haber abandonado la educación reglada a los ocho años y generado ingresos para su manutención, Manuela y prole desde entonces.

 

Su pasión era el júrgol. Le llenaba de alegría y confianza en la justicia cósmica y existencia de un dios bueno el que alguien con menos cerebro (pieza que al parecer nos distingue del resto de primates) que un mosquito ganara más pasta en un año, por pegar patadas a un balón en calzones, que la mayoría de sus congéneres en toda su vida.

 

El puto menisco frustró su caso. Pero su deep burning inside no murió. Algún chavalín de su barrio (relación filial no necesaria) llegaría y él habría contribuido de algún modo; aunque sólo fuera llevándolos de ocho en ocho en su Toyota Corolla XLI negro a entrenamientos o partidos.

 

No lo vió coño no lo vió. Los policías locales siempre allí apostados para que los más débiles caigan. Volvían de un entreno y él no había fumado más que cualquier otro día. Se salió un poco de la curva y empotróse sin violencia aparatosa con el vehículo de trabajo de la autoridad. No hubo daños personales y los materiales... vamos no me jodas.

Certeros cogotazos

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María es toda una mujer de pelo en pecho. Vivía con su mudo amante Rob. Una tarde descubrió a Rob ejerciendo de coprófago a escondidas. Tras saberse observado, Rob no paró en su actividad y se limitó a mirar de reojo mansamente a su hasta entonces amante como no advirtiendo que aquello no era aceptable por nuestra sociedad. María sintió una ira que no conocía. Días después cayó en la cuenta de que esa indignación podía venir de que los amantes se besan en la boca.

 

Su apetito de venganza empezó a saciarse pronto. Los cinco metros de vestíbulo que le separaban del infractor le dieron para quitarse el cinto. Con su mano derecha agarró con fuerza la hebilla y el otro extremo de su arma de cuero. Rob tenía cara de no saber lo que se le venía encima. Al primer zurriagazo en su lomo, dejó de comer. Al quinto, emitió su primer quejido. How convenient is that! - pensó la agresora. El objeto de mi enojo permanence parado a pesar de mis repetidos latigazos en lomo y costado.

 

Debería terminar con el castigo. La pena, para ser justa, debe ser proporcional a la ofensa. Ya pero es que estoy disfrutando mucho. Mi vida alcanza raramente estos niveles de entretenimiento. Además presiento mi impunidad. Nadie sabrá nunca de mis acciones. El que Rob sea mudo ayuda. Procuraré no dejarle marcas. Una vez leí un consejo que un imam daba a maridos  que no vivieran en sociedades musulmanas. Naranjas en una bolsa no magullan a tu esposa o esposas (hasta cuatro son vistas con buenos ojos por Alá).

 

Al día siguiente Rob estaba menos cariñoso que de costumbre. Todo fluyó pacíficamente hasta que Rob exigió más atención de la que María estaba dispuesta a concederle. Tres certeros cogotazos le hicieron comprenderlo.

 

La relación estaba irremediablemente rota. María fue consciente de esto desde el primer momento. ¿Está la violencia justificada en algún caso? La violencia genera más violencia. María ya llegaba a casa después del trabajo con ganas de cascar a Rob, pero primeramente y cada vez, debía encontrar un motivo razonable. Como María era primera y última instancia, todos sus motivos caían en la categoría de sensato.

 

Rob terminó pagando por todo. Un mal día de trabajo de María. Alguna zorra manipuladora que maltratara a María por envidia. Cualquier cosa. Las humillaciones y vejaciones sufridas por Rob fueron variadas pero finitas en número y días. Fue orinado sobre su cabeza. Restregada su cabeza sobre su mierda en el suelo. Arrojado por una escalera de veinte peldaños. Apaleado. Zarandeado. Lanzado al aire con estación de destino única suelo duro.

 

Rob temblaba cuando María se le acercaba. Error. Esto excitaba y ponía todavía más cachonda a María. No se puede hablar de sadismo porque la crueldad no era refinada. María era simplemente proterva. Obstinada hasta que dejó de vivir con Rob pero esperando al  siguiente. Los resortes están ahí.   

 

 

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